CAVILACIONES-
el humo del cigarro aligera la cer-
teza de saberse cavilando. Boca roja y
delineada, cerezas marchitas a falta de
humedad. Mechones de color que evitan con-
vertirse en inquilinos de una taza de cafe. Sus
uñas largas y pintadas golpean incesantes una
mesa de madera. Sus ojos negros perciguen a
una chica que pasa frente a ella y se esfuma al
final de una calle solitaria. Los mismos ojos
parados dejan ir el brillo que por un instan-
te delata la nesecidad de amar. La mano de
aquel sentado junto a ella la acompaña
hurga en su cuerpo acariciándole un pezón
mientras le dice friamente y en susurro:ima
gina que soy ella.
y entonces se deja llevar por aquel que la
aconseja y flota entre la hiel de una imagi-
nación frustrada, aspira por ratos el calido
aroma de un falso cuerpo femenino. Roza
los labios simples y sin sangre de aquel hombre
en junto de pelo alborotado y rostro palido que
viste ropa sucia de tres dias. mientra le rega-
tea besos insipidos, él desvia la mirada para
contemplar la existencia de aquel que cruza
el lugar donde se encuentran. Siente una ma-
no que acaricia su entre pierna. No dice nada
y solo observa como ella en forma cinsera y
comprensible, se acerca a su oido para pedir-
le: imagina que soy él.